Pista: no son los coches eléctricos ni los miles de millones
Cuando miramos a Elon Musk, parece de otro planeta. Lanza cohetes, reinventa la industria automotriz y construye túneles bajo las ciudades, todo al mismo tiempo. Es como el futuro hecho persona.
Pero si quitamos los comunicados de prensa, Twitter y los trajes de diseñador, debajo de todo eso queda lo mismo: un niño que nunca dejó de jugar.
Y aquí empieza lo más interesante: tu hijo de seis años tiene más en común con Elon Musk de lo que crees.
1. Ambos se preguntan “¿Y si…?”
Esta es la pregunta esencial de todo inventor.
¿Qué pasa si los cohetes pueden reutilizarse? ¿Y si la bolsa de aire está por dentro y no por fuera? ¿Y si la aspiradora se mueve sola?
Tu hijo también pregunta:
- ¿Y si enseño a hablar al gato?
- ¿Y si hago un coche de Lego que ande por el techo?
- ¿Y si un robot alimenta a mi dinosaurio?
Sí, suena absurdo. Pero las tecnologías adultas nacen de preguntas infantiles.
La capacidad de hacer preguntas fuera del manual es el combustible principal del pensamiento inventivo.
2. Ambos construyen, destruyen, arreglan… y vuelven a construir
Musk no es solo un CEO: participa activamente en el desarrollo, prueba, discute, rehace. Es ingeniero de corazón — lo que significa que no tiene miedo de empezar de cero.
Los niños hacen lo mismo: construyen torres de bloques, las tiran abajo y al minuto ya tienen una nueva idea.
Y así se forma el pensamiento ingenieril: el mundo no es algo dado, es un laboratorio abierto.
3. Ninguno teme lo imposible
Cuando Musk dijo que haría cohetes más baratos que los de la NASA, lo llamaron loco.
Cuando tu hijo dice que construirá un teletransportador, probablemente solo sonreís.
Pero la esencia es la misma: no temen lo imposible, porque aún no saben que “no se puede”.
Es la mentalidad de un pionero, no de un usuario.
Y si no la apagamos con un “eso no se hace” demasiado temprano, puede llevarlos muy lejos.
4. Ambos piensan a través del juego
Para Musk, cada proyecto es un reto, sí, pero también un juego fascinante: un rompecabezas con consecuencias reales.
No resuelve problemas, juega a cambiar el mundo.
Los niños hacen lo mismo cuando:
- Diseñan un robot con cuatro brazos;
- Construyen un laberinto para una canica;
- Usan un ventilador como turbina para lanzar burbujas.
El juego es una forma seria de ingeniería. Solo que en versión infantil.
5. Ninguno espera permiso para empezar
Musk no le pidió permiso a Boeing para hacer cohetes. Solo empezó.
Tu hijo tampoco necesita permiso para “hacer ciencia”:
empieza con lo que tiene a mano, imaginación, y sin límites.
Nosotros, los adultos, podemos elegir:
darles las herramientas… o apagar las ganas.
Cómo no apagar al futuro Musk que hay en tu hijo
Es fácil:
- Dejá que pruebe. Aunque la idea parezca loca.
- Crea un entorno sin miedo a fallar. Sin juicios.
- Escucha sus hipótesis en serio. Sin “qué tonterías”.
- Ofrécele herramientas reales. Lego WEDO, Arduino, plumas 3D: los niños pueden con todo.
- Interésate por sus preguntas. Aunque no sepas responder.
Lo más importante: Musk no es la excepción, es la continuación
Elon Musk es solo un niño al que le dejaron conservar la chispa, le dieron acceso a la tecnología y no se asustaron con la magnitud de su imaginación.
¿Y tu hijo?
Ya está haciendo las preguntas correctas.
Solo queda no estorbarle en la búsqueda de sus propias respuestas.